“Castillo
de San Jorge de la Santa Inquisición y Santo Oficio en Triana”
Decir Inquisición en aquellos
tiempos o Castillo de San Jorge era igual a “temor” y a continuación explicaré
el por qué, aunque todos en mayor o menos medida ya sepa a qué me refiero, pero
aún así hay cosas o métodos que puede que desconozcamos y que con esta novela
lo entendamos quizás un poco mejor o lo intentemos; por lo menos es lo que yo
he intentado y ojalá lo haya conseguido,
tras leer la novela.
La palabra Inquisición, viene
del latín inquísito, inquisitonis y significa interrogatorio, que era en efecto
lo que hacía una institución eclesiástica creada para perseguir herejes, herejías
y condenarlos; teniendo previamente un interrogatorio, en el cual le hacían
confesar mediante diferentes métodos acompañados de torturas.
Para combatir la herejía la
iglesia católica comienza en el año 1.184, y se formó para detener los abusos que pudiesen darse
por parte del poder civil, estando
aprobados por los reyes católicos, considerándolos adecuados, siendo los
obispos los que actuaban activamente para extirpar la herejía y juzgar y
condenar a los herejes de sus diócesis.
(Hereje que significa:
Cristiano en materia de fe que se opone con obstinación a lo que cree y
propone la Iglesia Católica).
(Herejía: error en materia de
fe sostenido con pertinacia).
La Inquisición Española se diferenciaba de la
Inquisición Pontificia en primer lugar porque a los Inquisidores los nombra el
rey, no el papa, o sea que pasan a ser funcionarios de estado y responden a las
políticas del reino; la segunda diferencia es que en que los procesos no eran
apelables en Roma.
La Inquisición también estuvo
en parte de Europa como Hungría, Francia e Italia, pero aquí en España fue
creada por la Corona de Castilla en el año 1.478 comenzando con el papa Sixto
IV, con la finalidad de combatir
Las prácticas judaizantes de
los judeoconversos de Sevilla. Era diferente a la Inquisición medieval,
dependiendo directamente de la monarquía española de los Reyes Católicos.
La Inquisición en sí era una
institución que se creó para abolir a los musulmanes que quedaron en la
península y convertirlos al cristianismo, además de acabar con todos los que
ellos creían que eran herejes.
Torquemada haciéndose eco de las protestas de
los llamados cristianos viejos o antiguos y aprovechando un acontecimiento
fortuito en el que se acusaba a los nuevos cristianos de hacer ceremonias
extrañas en la religión del cristianismo y aprovechando un acontecimiento
fortuito convence a la reina para que interceda por él y pida a los embajadores
de España en Roma la creación de una nueva Inquisición para Castilla y Aragón,
siendo el papa Sixto IV quien en el año 1.478 autoriza a los reyes de España a
que nombren inquisidores y los adecuen según ellos los conviniesen, llegándose
entonces a crear el tribunal de inquisidores compuesto por Miguel de Morillo y
Juan de San Martín en el año 1.480 cuando llegan a Sevilla, siendo su primer
acto de fe en el siguiente año en el quemadero
de Tablada.
Torquemada fue nombrado
Inquisidor Supremo para Castilla, Aragón.
En el año 1.483 la
Inquisición se extendió hasta los reinos de la Corona de Aragón, que incluían
Sicilia y Cerdeña, llegando en América a México, Lima y Cartagena de Indias,
siendo el Inquisidor General Tomás de Torquemada; que era el confesor de la
reina Isabel, llegando esta a reinar tras la muerte del rey enrique IV en el año 1.465 heredando el trono de Castilla y contrayendo
matrimonio con Fernando que era sucesor
de la corona de Aragón, por lo que ambas coronas se unieron tras la muerte de
Juan II de Aragón.
La institución de la
Inquisición a su vez era como un
instrumento policial interestatal pudiendo
actuar entre las fronteras de Castilla y
Aragón.
También estaba la Inquisición
romana y portuguesa. Hubieron otras inquisiciones no católicas como la
Inquisición Protestante en el año 1.266 y 1.586 pero solo en Francia, la cual
hacía juicios a animales.
Pero bueno, la que nos incube
a nosotros que es de la que estoy escribiendo y es la que estuvo en Sevilla que
fue en los siglos XVI y XVII, dando lugar a terror y a la vez veneración siendo
una institución independiente de la Iglesia y respaldada por la Corona para
perseguir a los falsos cristianos y herejes.
Empezó a funcionar en el año
1.481, siendo aquí donde se aprobaron las primeras reglas inquisitoriales en el
año 1.484, llamándose luego Instrucciones antiguas. El cabildo se opuso a la implantación
del Tribunal pero el arzobispo de Sevilla, Pedro González de Mendoza fue el
verdadero fundador de la Inquisición moderna y desde entonces Sevilla contó con
inquisidores arzobispos-inquisidores. Por ser Sevilla una ciudad con notables
minorías judeo-moriscas y tener un tráfico abierto a otras naciones, siendo un
lugar idóneo por la presencia de ideologías no católicas en particular la
luterana.
Simplificando...diferencias
entre una Inquisición y otra, es que la medieval era de la que derivaban todas
las demás y fue fundada en 1184 en la zona de Languedoc (sur de Francia) y la
Inquisición española fue creada exclusivamente en 1478 por una bula papal con
la finalidad de combatir las prácticas judaizantes de los judeoconversos
españoles.
Los tribunales eran formados por dos jueces
letrados y un teólogo, tenían el trato de Señoría y debían vestir traje
eclesiástico. Había un fiscal acusador y un juez de bienes que tasaba las
posesiones confiscadas a los acusados. Los notarios tuvieron un papel importante
ya que eran los que escribían todas las preguntas y respuestas hechas a los
acusados, incluso cuando habían sido sometidos a torturas. Las acusaciones eran anónimas y el denunciado
no tenía posibilidad de conocer la identidad de su acusador. Ni sabía cuántos
les habían denunciado o finalmente ni siquiera porque se le acusaba o
condenaba.
Se les otorgaba un abogado defensor, el cual
solo le invitaba a confesar y no se le comunicaban los motivos de su
detención, ni se les permitía a los familiares visitarlos. El hecho de ser
detenido llevaba consigo la confiscación de sus bienes. Y si se llegaba a
torturar se suponía que era por el “bien de su alma” para purificarla y
quitarle de los pecados cometidos y si negaba dichas acusaciones, se suponía
que le faltaba un poco de tormento para limpiar su alma. En las torturas no había distinción de sexo,
pese a estar en aquellos tiempos. Aunque Lo más habitual era que te impusiesen
otro tipo de condena, como el sambenito, el destierro, cárcel, galeras, multas,
castigos físicos (azotes), confiscaciones de todos los bienes, etc., pero esta
dependería si se trata de un delito grave “vehementis” o leve “levi”. Los ricos solían eludir las condenas mayores
mediante sobornos en la mayoría de los casos, como siempre ha pasado y sigue
pasando. Con lo cual la Justicia funcionaba casi como siempre... (El que
tenía más dinero podía tener una mejor
defensa, en aquel tiempo mediante métodos corruptos y mediante el pago de
mejores abogados).
El Tribunal del Santo Oficio
inició su actuación como sede en el convento de San Pablo de los dominicos, la
cual la orden dominica se jugó su prestigio para llevarle ventaja a su rival la
Orden Franciscana, convirtiendo su convento en cárceles pasajeras de hombres y
mujeres más culpados de la herejía, siendo 6 los que inauguraron el quemadero
de tablada; el cual estaba construido en piedra y adornado por estatuas de 4
profetas a donde la muchedumbre iba a contemplar dichos espectáculos de ver
como quemaban a los llamados culpables o herejes en su mayoría judeo-conversos
procedentes de Portugal . Mientras eran quemados rezaban los jesuitas, siendo
un acontecimiento que entretenía al pueblo por su colorido, música y
teatralidad. (Imagino que irían por no
existir televisión u otros medios para entretenerse en aquellos tiempos y
también por el morbo de ver sufrir y morir a los condenados); cosa
incomprensible pero que gustaba al populacho en aquellos tiempos que corrían de
crueldad, al menos con respecto a los medios utilizados.
El quemadero de San Diego,
estaba en los terrenos de la actual Tablada, que fue utilizado por última vez
en 1.781.
Habiendo sido también
quemados clérigos y frailes, así como desenterrar los huesos del
cementerio para ser quemados.
Santa Teresa de Jesús, San Juan de Ávila
o Fray Luis de León fueron juzgados, pudieron correr suerte burlando la
hoguera, pero sus escritos fueron censurados.
La Inquisición no solo era
para los acusados, sino también a sus descendientes los que después podían
pasar varios siglos para poder quitar esa mancha del historial familiar y
quedar limpio su nombre.
Al igual que Pilatos el papa
Sixto IV, aun sabiendo la crueldad que se empleaba con los acusados, siendo muchos
injustamente procesados, pasando por duros tormentos, quedándose con todos sus
bienes y matado los acusados, decidió lavarse las manos y mirar hacia otro lado
o no tomar papel en el asunto, dejando que siguieran haciendo lo que les
pareciesen a sus libres albedríos.
Este era el sello de la Santa
inquisición en España:
Después de más de 120 años
comienza la Inquisición en Sevilla con Fernando niño de Guevara inquisidor
general.
Los conversos eran a su vez
también llamados marranos o cristianos nuevos y pasaron de forma masiva a ser
creyentes en su mayoría judíos; aunque dichas conversiones no fueron sinceras y
las hicieron a la fuerza, antes los acontecimientos de un pueblo enardecido y
un calvario que les hacían pasar. Ganaron al convertirse en nuevos cristianos
al poder desempeñar oficios que antes no podían realizar, formar parte de actividades
antes restringidas para ellos pudiendo vivir ya en otros barrios que no fuesen
los obligados y participar en la vida económica, cosa que antes no podían hacer
en nada de lo mencionado, con lo cual su nivel de vida era mejorable al no
tener ya nada vedado y poder formar parte de la sociedad española o cristiana.
Tales comenzaron a escalar en
las diferentes posiciones que había en la corte española, por su capacidad,
talento u otros por lo que sobresalían, con lo cual llegaron incluso a
aventajar a los cristianos no convertidos o conversos y españoles.
Este era el escudo o emblema
de la Inquisición española en aquellos tiempos.
Aquí en Sevilla la
Inquisición se destinó en el llamado Castillo de San Jorge, siendo su origen
como voy a comentar a continuación conocido pero siendo sus primeros pobladores
los visigodos, los cuales lo erigieron para ser defendida la poca población que
había por aquel entonces de los ataques de Leovigildo, pasando luego al año
1.171 por el rey entonces Abu Yacub
Yusuf, que era rey de Sevilla y mandó a construir el puente de barcas amarrándolo al castillo
mediante unas gruesas cadenas. Estando durante siete siglos siendo la única
comunicación que existía entre Sevilla y Triana, la parte del Aljarafe y la sierra norte.
En el año 1.178 es el infante
don Sancho el que hace una acometida contra los moros que habían en
Sevilla ataca el castillo de Triana,
haciendo junto con el rey San Fernando un cerco en el año 1.247 y en el
siguiente en el 1248, el castillo deja de estar entonces ocupado por los moros
pasando al poder cristiano. Pero ya luego en el siglo XV se va quedando
obsoleto el castillo y sus fortalezas debido al abandono y es ocupado entonces
por distintas familias, las cuales mantienen el culto a la iglesia de San Jorge
y es entonces ocupado por el tribunal de
la Santa Inquisición en el año 1.481.
En el castillo habían 26 -30 cárceles
secretas, catalogadas como antros de horror, hediondez y soledad y estando
ocupado por el Tribunal hasta el año 1.626 el cual lo dejaron debido a las
fuertes arriadas que dieron lugar a que estuviese bastante deteriorado, con lo
cual tuvieron que dejarlo, siendo el duque de Olivares en el año 1.627 el que
se encargó de repararlo y evitar el fraude de mercaderías que se hacía en las
puertas del castillo. Luego en el año 1.639 cuando ya estuvo reparado volvió a
ocuparlo la inquisición hasta el año 1.785 que fue ya su traslado definitivo
hasta su marcha por las continuas inundaciones, debidas a las crecidas del río
Guadalquivir.
Aquí podemos ver un plano de
lo que era Sevilla antigua en el que se ve como quedaba situado el castillo de
San Jorge y el puente de barcas.
Los herejes y acusados,
podían ser condenados por acusación, o por denuncia y cuando esto ocurría
tenían tres opciones aplicables, que consistían en que se arrepintiesen por
miedo a los castigos o métodos empleados o muerte, y los que se
arrepintiesen pasarían a penas de
prisión. Todos aquellos que se mantuviesen firmes en sus errores, pasarían ya a
sufrir las diferentes clases de torturas para hacerles desistir o
automáticamente a la hoguera.
Describiré en qué consistía
tras ser emitido el acto de auto de sometimiento al interrogatorio con tortura.
La cual una vez apresado el hereje, víctima o reo y conducido al castillo de
San Jorge, este a continuación empezaba a pasar por una serie de etapas las
cuales a continuación iré contando cuantas eran, como se desarrollaban y en qué
consistían.
La tortura se desarrollaba en
5 etapas, siendo la primera la amenaza, la cual consistía en describirle al
prisionero la terrible tortura que le esperaba en manos de sus crueles
verdugos.
La segunda era la del
trayecto y el enseñarle acompañado de una descripción de lo que le irían
aplicando. Donde lo llevaban a una tétrica y terrorífica habitación, la cual
estaba alumbrada por velas y braseros que tenían un significado cruel. Era una
habitación de dolor, la que podía nada más entrar el hereje y contemplarla con
todos los instrumentos aplicables para causar dolor, más la apariencia del
verdugo que se basaba en tener un capuchón negro en la cabeza con dos pequeños
orificios para poder ver a sus víctimas.
La tercera etapa era aún más
terrible y cada una de ellas era más fuerte en causar dolor y ya en esta al
prisionero se le desnudaba de sus ropas con violencia y se le preparaba, ahora
sí, para la tortura.
En la cuarta, una vez ya
desnudo se le mostraba el instrumento que se le aplicaría; dándole tiempo a que
se pudiese imaginar el sufrimiento al que sería sometido y la agonía que le
esperaría.
Si en esta etapa aun no había
confesado o no había dado el nombre de otros pecadores, entonces se pasaba a la
siguiente etapa y ultima, oséase a la quinta.
En la quinta y última etapa
los instrumentos se salpicaban con agua bendita y se empezaba con la tortura
física.
Sirviendo como anécdota (que
pocos contaron) el que a una misma persona, no se le podía si había salido con
vida volver aplicársele una condena, o
la repetición de cualquier tortura, y si había salido inocente, contaba con la
suerte de no poder ser torturado otra vez.
También estaba prohibido por
ley de la Iglesia causar la muerte de la víctima mediante la tortura; con lo
cual si dicha víctima moría el inquisidor responsable buscaba entonces la
absolución de sus pecados mediante un sacerdote; así una vez ya absuelto de sus
hechos acometidos, este podía volver a seguir torturando a las víctimas.
Al inicio del suplicio los Inquisidores
disponían que el procesado fuese desnudado salvo sus "vergüenzas" en
su presencia. De tal operación se encargaba el mismo Verdugo. Al mismo tiempo les
advertían a los Verdugos que "no ocasionasen el mutilamiento de los
miembros ni la efusión de sangre.
Dentro de la habitación en la
que se aplicaba la tortura estaban los cleros de la Iglesia Católica Romana, un
médico y quienes observaban atentamente cuales eran los métodos aplicados que
más causaban dolor en las personas y anotándolos con detalles del procedimiento
empleado y el efecto que causaba en el.
Si era una falta leve se le
imponía entonces el “sambenito” que era una capa o escapulario, que la Santa
Inquisición imponía a los condenados para que llevaran su falta visible.
El origen de esa prenda digamos aun siendo de
castigo, se remonta a las ropas que desde hace mucho tiempo se usaban en la
Iglesia como método de penitencia, conocidas como “sacos benditos”.
Juzgándolos, como podemos ver
con los “Sambenitos”.
Dichos herejes podían dar
gracias a Dios por no haber conocido cualquier método de tortura o haber
acabado en la hoguera.
Solía ser una especie de saco
de color amarillo acompañado de un sombrero alto de papel prensado de forma
cónica con lo cual con dicha vestimenta no pasaba, por supuesto inadvertido
ante la vista de nadie y podía llevarlo como imposición o condena durante uno o
dos años.
De ahí la expresión
"colgar con un sambenito" o "cargar con el sambenito",
siendo dicha expresión desde entonces de donde procede su origen. Dichos
condenados eran obligados a marchar por la ciudad descalzos, vistiendo el
sambenito y con un gran cirio encendido en la mano.
Se ponía también publicado en
las iglesias a la cual perteneciesen, un letrero donde ponía los nombres y
castigos otorgados o asignados a cada uno de ellos.
La reinserción era casi
imposible para el condenado y su familia ya que era una mancha en aquellos
tiempos difícil aun con el transcurso de los años de olvidar.
Todos ellos métodos para
causar horror, tortura, sufrimientos y todos espeluznantes en sí.
En esencia el tormento se
basaba en el principio de producir dolores agudos sin causar heridas ni daño
corporal de consideración, aunque en la práctica el resultado no siempre era
éste.
Se calcula que habían sobre
unas cincuenta y dos tipos de torturas o más desde las más endebles o que
causaban menos daños, hasta las más sublimes y espantosas, además de fuertes
que se le podían aplicar a un ser humano y que las pudiese soportar; dicho si
queda, que cualquier lector que sea muy sensible ante semejante lectura, vista
de las fotos y descripción, puede causarle repugnancia, asco e indignación,
pero es un hecho por desgracia real que sucedió en nuestra historia.
Cabe también decir que en
ocasiones los culpables aparte de herejes, algunos eran acusados ante la Santa
Inquisición por simplemente “no ser un amor correspondido o que se había
encaprichado de alguna doncella“, “sospechar o creer haber visto a una vecina
cometiendo brujería“, (cuando a lo mejor solo recogía flores como medicina
natural ); que era muy normal en aquella época, “por tener mal o no haber feeling
con esa persona“, “envidia” etc., con lo cual ya se investigaba y había un
tanto por ciento alto de que le encontrasen cualquier cosa para culparlo y
condenarlo si no pudiendo llevarse un mero castigo sino de los más fuertes, o
al menos si a unos azotes con el látigo mínimos, para que así se pudiese llevar
un recuerdo, ya dependiendo del comportamiento del acusado o de cómo le
pareciesen a los que se encargaban de culparlo y condenarlo...con lo cual la
suerte en ese caso o destino, tenía que correr de su parte por el bien que le
convenía.
Siempre se dirigían a donde
se sospechaba que había un foco de herejía para erradicarlo. Las autoridades
locales estaban obligadas a brindarles apoyo y si no lo hacían les daban la
excomunión y pasaban a ser acusados de herejes.
En la iglesia del acusado se leía un edicto de gracia con detalles de
cuales habían sido las faltas cometidas o errores contra la fe, dándoseles un
plazo de arrepentimiento para ello. Y se instaba a todos aquellos que pudiesen
conocer algún hereje a que lo delatasen. Casi siempre el plazo solía ser más o
menos de un mes.
Todos aquellos que confesasen
voluntariamente, pasaban a ser sentenciados pero con penas que eran religiosas
y consistían en oraciones diarias, ayunos, peregrinaciones o multas y si habían
pruebas que ellos considerasen suficientes, ya pasaban a el tormento aplicable,
que según ellos viesen adecuado, siendo diferentes métodos, como ya explicaré
luego.
A todos aquellos que
confesasen “libremente”, se les condenaban a varios años de prisión o bien a
las galeras y se les confiscaban todos sus bienes, más llevar vestimentas que
denotaran su condición de haber sido arrepentido de sus errores.
El auto de fe consistía en
que si habían suficientes sentencias y ellos consideraban que habían herejías,
ya estaban entonces conjuradas o echas. Todo ello comenzaba a primeras horas en
la mañana, durando todo un día entero, llevándose a los reos a la casa del
inquisidor.
Sus objetivos eran eliminar
por completo la herejía de todos los reinos cristianos. Todas las sentencias
eran apelables ante la Santa Sede pudiendo ser absueltos por dinero, tener una
buena posición social o mediante un favor importante que alguien hubiese
intercedido por ellos ante los ojos de la Iglesia.
En aquellos tiempos España
era un pueblo que estaba enardecido bajo presión y excitado por sacerdotes
fanáticos religiosos.
Para las consideradas o
calificadas de faltas leves habían diferentes tipos de collares impuestos
durante cierto tiempo considerados como falta leves, estaban:
Para jugadores de cartas: se
hacía llevar puestos estos collares, muy pesados, que humillaban y a la vez
acusaban al individuo del tipo de juego.
Para los jugadores de dados:
igual que los anteriores. Para hacerse una idea, estos dados tienen unas
dimensiones de unos 10x10x10 cm.
Y ya por ultimo para los
vagos y renitentes a misa (personas que se resistían a ir a misa): pesados
collares que cumplían la misma función que los collares de los jugadores,
humillar y culpar. Cada una de las cuentas de ese enorme rosario tiene el
tamaño de una naranja, para hacerse idea.
(De los cuales este último creo
que sería aplicable a más de uno, incluyéndome yo misma).
También estaba considerada
como delito además de esas la blasfemia de afirmaciones injuriosas contra Dios,
la Virgen o los Santos o cualquier cosa considerada sagrada. Pudiendo acabar en pena de muerte incluso, y
si era contra los Santos o la Virgen se le decretaba la mutilación de la
lengua, por consiguiente para que ya nunca más pudiese blasfemar en contra de
ellos o por haberlo hecho, y si corrían suerte quizás unos azotes o sino ya la
conducción a galeras, prisión, destierro pasando previamente por la prisión y
una vez allí los jueces eran los encargados de aplicarles la respectiva
sanción.
Todo aquel que se autodenuncia
o retractase no era detenido y esas eran consideradas como sanciones más
benignas. Cuando la blasfemia era considerada grave aun siendo en los casos
mencionados como benignos estos debían de salir con una vela en la mano, soga
al cuello y mordaza en la boca, siendo luego aplicado cien azotes o el
destierro inclusive, pero siempre y cuando el blasfemo acudiese a misas en
calidad de penitente llevando un cirio en la mano en lo que eran las
consideradas leves se podían suavizar.
Otro era la bigamia y
consistía en contraer matrimonio estando aun casado, pero se probaba antes de
que fuese así y entonces se les imponían penas de lo anterior descrito de los
blasfemos.
Si se tenían
supersticiones, la cual significaba
creencia extraña en la fe religiosa y con lo cual era contraria a la razón, los
cuales incluían los métodos adivinatorios, los magos, adivinos que utilizasen cualquier medio para
ello, eran consideradas como opuestas a las verdaderas creencias; con lo cual
ipso facto eran considerados herejes.
Aplicándoseles igualmente cien azotes, vergüenza pública y lo mismo que los
blasfemos y bígamos.
Dentro de las supersticiones
estaban por supuesto incluidas como no la brujería, siendo consideradas
mayoritariamente por mujeres, siendo estas acusadas de suscitar calamidades,
invocar a los muertos o resolver cualquier otro tipo de problemas o por el
motivo que fuese que le acudiesen. Esta era considerada como una verdadera
amenaza al seno de la comunidad, estando en aquellos tiempo lo mismo que otras
partes del mundo muy arraigadas las creencias en la magia en la vida social; con
lo cual para una persona normal lo que no podían a veces ellos resolver acudían
a ellas para ver si así tenían solución como en el caso de alguna enfermedad,
el que le adivinasen, protegerse de ataques que según ellos les habían hecho,
etc. Siendo por un lado como benefactora o malhechora el temor levantado entre
los vecinos.
El mantener relaciones
sexuales entre miembros del mismo sexo era considerado como “contra natura”, ya
que era un delito abominable o inconfesable, al igual que si practicasen sexo con
animales, ya que no era para la reproducción de la especie, siendo la mayor
parte de los acusado en esta vez hombres.
Estos eran considerados como
delitos graves e incluso antes de la llegada del Santo Oficio las autoridades
civiles actuaban en su contra con mucho rigor. A estos la pena aplicada en
algunas partes era la de quemarlos vivos y en España la castración pública.
Había una diferencia al ser
juzgado siendo esta que en los reinos de Aragón eran estos juzgados por los
tribunales de la Inquisición y en los de Castilla o Indias y demás dominios de
hispanos por la competencia de los tribunales civiles, siendo en Aragón
también podido ser juzgados por este
último.
Los religiosos también eran
castigados siempre y cuando por ejemplo en confesión estos con actos de
provocación, excitación o seducción hiciesen actos impuros como eran a los
penitentes, ya que en aquellos tiempos las mujeres revelaban hasta las más
íntimas confecciones y algunos confesores pretendían beneficiarse para obtener
algunos favores. Si se les encontraba
alguna falta como esas entonces el castigo consistía en la sanción por parte
del Tribunal entre sus compañeros confesores, debiendo estos abjurar y ser
privados de confesar a mujeres perpetuamente durante un período transcurrido además
de no poder administrar sacramentos y se les sentenciaban a prisión, destierro, disciplinas, oraciones,
ayunas etc. Y ya cuando si se celebraba alguna misa sin estar autorizado para
ello o si no era un sacerdote debidamente ordenado en ese caso se les azotaban
y desterraban, pudiéndose igualmente enviar a galeras por un tiempo
determinado. Si cometían falta de casarse y contraer matrimonio no pudiendo
como hasta en estos tiempos corrían la misma suerte.
Todo aquel que impidiese sus
acciones aunque fuese clérigo, era considerado como que iba en contra del Santo
Oficio, con lo cual era claro está, considerado un delito; siendo consideradas:
la ocultación de fugitivos, los que amenazaban a los testigos etc. Todo aquel
feligrés que cometiese un falso testimonio contra el Tribunal considerado como
declarar falsamente por cualquier causa, este era considerado en el acto como
hereje; con lo cual se le aplicaban la pena del talión.
Y ya cuando se pasaba a
enseñarles la llamada Sala del tormento, esta era así:
A continuación expongo los
diversos métodos que empleaban para hacer confesar a los condenados una vez que
pasaban a la “sala de tormentos” y nunca
mejor dicho, ya que estos instrumentos o piezas creadas habían sido creados con
una imaginación maléfica y de mente retorcida, ya que estaban diseñados para
causar al prisionero el máximo dolor posible, siendo los mismos inquisidores
los que intercambiaban sus fórmulas o técnicas
de tormentos para poder seguir teniendo el repertorio actualizado en causar
dolor.
La dinámica de estos procesos
aunque parezca que no estaban muy reglamentados, si lo estaban iniciándose con
el procedimiento del Cordel o Tormento de Mancuerda y si no resultaba efecto ya
se iban empleando otros métodos que ellos creyesen oportunos dentro del gran
repertorio que tenían y según viesen o ellos quisiesen emplear con esa persona,
desvalida y sola.
Un edicto inquisitorial de un
hereje que se sentenció o condenó.
El inquisidor con dichos métodos hacía a
cualquier confeso o culpable aunque no lo fuese confesar lo que le dijesen o
culpasen, ya que tenían métodos de los más variados para poder hacerlos
-El Tormento de Vueltas de
Mancuerda (o Cordel), consistía en que se ponía al reo al igual que en el potro
con grilletes y cuerdas para inmovilizarlo y estas se arrollaban como
torniquetes fuertes independientes en la parte del cuerpo que se le fuese
poniendo, sobre la cual en cada una de ellas iba ejerciendo presión el verdugo
según el creyese conveniente, siendo este el primer termino de castigo aplicado
al confeso o culpable.
Se solía empezar poniéndosele
un torniquete en el brazo y si el reo "no colaboraba" o confesaba ya
se le iban a añadiendo más torniquetes en otras partes del cuerpo y sino ya
pasaban a aplicarle el potro que era muy parecido, sino que este provocaba
dislocaciones en hombros y muñecas, dependiendo de si el verdugo lo había hecho
bien y con cuidado y no se había pasado al aplicarlo.
Ya empezando con los
castigos, citaré a continuación algunos de los muchos que empleaban.
-Potro o grilletes:
anteriormente descrito.
Después ya iban los otros tormentos
aplicables, dependiendo del cual quisiesen ponerle o causarle sufrimiento para
según qué grado de culpabilidad le hubiesen otorgado al reo, hereje,
víctima o confeso.
▪ La dama de hierro: consistía en una especie
de contenedor humano o ataúd, con una serie de grabados y relieves que lo
adornaban, estando equipado por dentro de clavos, los cuales encajaban en las
víctimas al ser cerrado; siendo este unos de los más utilizados también
llamado
"Dama de Hierro de Núremberg o Virgen de
hierro", y era un método para no morir en el acto, sino causar dolor al
penetrar los clavos en el cuerpo y que estuviese padeciendo la persona a la
cual se le aplicaba durante horas. Los clavos estaban dispuestos para llegar a
penetrar en partes o puntos estratégicos, los cuales a su vez eran desmontables
con lo que se podían cambiar por fuera de lugar y así llevar a una serie de
mutilaciones que acababan dando lugar a la muerte dependiendo de las heridas,
pero eso sí, siempre lenta y agoniosa.
▪ La cigüeña: La cigüeña es un instrumento
para mantener a la víctima restringida de movimiento, sujetándolo por cuello,
manos y tobillos, dejándolo inmovilizado con lo que provocaba violentos y
dolorosos calambres en poco tiempo, primero en los músculos abdominales y del
recto, y después en los pectorales, cervicales y los de brazos y piernas. Con
el paso de las horas se combinaban todos los calambres para producir una
continua agonía.
-El péndulo:
Solía ser la antesala de
posteriores torturas. Su función consistía básicamente en la dislocación de los
hombros doblando los brazos hacia atrás y después hacia arriba. La víctima
atada de manos en la espalda era izada por las mismas. Para provocar un mayor
sufrimiento se le colocaban en los pies unas pesas.
-Método del agua:
El método del agua, en el que
a la víctima se le obligaba a ingerir la mayor cantidad de agua posible,
ayudándose el torturador, de un embudo que se le coloca en la boca. En estas
sesiones se les hacía tragar aproximadamente unos diez litros, provocando una
terrible sensación de ahogo, produciéndose en la mayoría de las ocasiones la
explosión del estómago.
La pera:
Era un instrumento con forma de pera que una
vez introducido en boca, vagina o ano, comenzaba a abrirse gracias a un
mecanismo giratorio. Además en sus puntas gozaba de unos pinchos o púas que
desgarraban la tráquea, útero o el recto, dependiendo por la zona en la que
fuera introducido.
La modalidad oral de este invento, era
aplicada a las personas que habían obrado mal de palabra, es decir, herejes,
ortodoxos...; la anal, como no, a los homosexuales; y por supuesto la vaginal a
las brujas que habían mantenido relaciones sexuales con el diablo, prostitutas,
adulteras o mujeres que habían mantenido relaciones incestuosas.
-La cuna de Judas:
En este procedimiento la víctima es izada de
la manera que se puede ver en la ilustración adjunta y descendida sobre la
punta de la pirámide; de tal forma que su peso reposa sobre el punto situado en
el ano, en la vagina, bajo el escroto o bajo el coxis. El verdugo, según las
indicaciones de los interrogados, puede variar la presión desde nada hasta todo
el peso del cuerpo. Se puede sacudir a la víctima o hacerla caer repetidas
veces sobre la punta.
-El arañado o uñas
de gato en el hombre:
El arañado era la versión
femenina de la uña de gato. La araña era un trozo de hierro, en rodillo, con
filo en forma de tenedor y se lo colocaba en los pechos. Nuevamente, ésta era
una tortura muy exclusiva para las mujeres. Se empleaba como un rastrillo.
-El taburete de sumersión:
Las brujas eran sentadas en taburetes y atadas
con correas, que colgaban de un extremo para que se balancearan y tambalearan. La
víctima era sumergida en un río o charco. No solo que las temperaturas heladas
podía matarlas, sino que se las sumergía y se las levantaba por lapsos de cinco
minutos o más. El "taburete del pato" fue utilizado en América para
las brujas, y en Gran Bretaña para castigar a pequeños criminales y prostitutas
y aquí en Sevilla se hacía en el río Guadalquivir por la proximidad al
Castillo.
- La tortuga:
-La tortuga era un método el cual consistía en
triturar a una persona poniéndola bajo una madera con peso encima, (a la cual
por eso se le llamaba tortuga), siendo un método procedente y bastante empleado por los ingleses. Las había como la de la
foto la cual es del siglo XVI y es en versión balanza, que consistía en tener
un tronco puesto en la espalda de la victima para que la columna vertebral y
todo el espinazo se quebrara bajo dicho peso. Siendo un método por tanto, de
origen protestante.
-El
sillón de púas:
Púas agudas en el asiento, el espaldar, los
brazos y los descansos para piernas y pies penetraban la carne del acusado.
Correas fueron utilizadas para sujetar al reo en el sillón y apretar su cuerpo
contra las púas.
Era un asiento de hierro el
cual podía ser calentado, siendo usado además de en España en Italia y hasta
finales del siglo XVIII y en Francia, Alemania y otros países del centro de
Europa hasta finales del siglo XVIV.
-La rueda:
Era utilizada para estirar el
cuerpo de la víctima y los verdugos procediendo a romper los huesos de estas.
Solían hacerlo de forma de
que mientras un verdugo estiraba el cuerpo de la víctima, otro mientras hacía
una hoguera pequeña en un recipiente y
las llamas que salían se le ponían debajo de los pies, causando doble
dolor.
-La olla:
Solía tener forma de olla,
aunque a veces también la tenía de sartén, de caldero e incluso de cuna. En
ella se colocaba aceite, grasa, cera, agua o cualquier otro elemento que
pudiese llegar a hervir con el fin de meter dentro a una persona y que sufriera
en sus carnes el hervor de lo que este estuviese hirviendo, causando un máximo
dolor a menudo que iba calentándose el agua en dicho recipiente.
-El toro de Falaris:
Le viene el nombre de Falaris
por un tirano de Agrakas, que murió en el año 554 a.C. Y fue empleado en numerosas salas de torturas
por la Santa Inquisición en los siglos XVI, XVII y XVIII.
Consistía en que se metía a
la víctima dentro de la efigie de un toro metálico y se quemaban a los herejes dentro del
poniéndoles debajo una hoguera, así conforme se iba calentando, se iban
produciendo los gritos y alaridos de dolor que
salían por la boca de la figura del toro.
-La bota de hierro o
borceguí:
Dichas botas era un instrumento
era un dispositivo que se empleaba aplicándose desde los tobillos hasta las
rodillas y el verdugo con un martillo iba golpeando las cuñas hacia adentro de
tal manera que el espacio entre el aparato y las piernas iba achicándose hasta
que iba entrando en las piernas desgarrándolas y atravesándolas, provocando el
estallido de los huesos y la salida de la medula por las incisiones.
-La horquilla:
Era un instrumento como su
nombre indica como una horquilla y una correa de sujeción para el cuello, el
cual tenía cuatro puntas afiladísimas, las cuales se clavaban en la carne y se
situaba debajo de la barbilla y sobre el esternón con lo que impedía cualquier
movimiento de la cabeza aunque si permitía a la víctima que dijese una palabra
obligado que era “abiuro” latín y que significaba retractarse, el cual emitía
dicha palabra con voz casi apagada, ya
más bien siendo un murmullo y si no lo hacía pues el hereje era considerado
impenitente con lo que se le vestía con un traje característico para quemarlo
en la hoguera, dándosele antes la extremaunción y cuando el inquisidor era
romano se le quemaba igual o ahorcaba pero sin el traje, pero si igual por el
rito cristiano.
-El empalamiento: Una enorme estaca perforaba
y atravesaba tu cuerpo de un extremo al otro, se solía perforar al sentenciado
por el ano hasta que la estaca salía por la boca. Normalmente en este proceso
se solía morir pero se daban casos en los que se sobrevivía al sufrimiento
durante casi un día. El empalamiento siempre se realizaba en público y solía
dejar el cadáver a la intemperie para alimentar a los animales carroñeros y servir
como escarmiento para el resto de la población. Se usaban también sin estar
afilados, con lo cual la persona duraba así más tiempo viva, en una agonía que
podía durar como tres días, haciendo así una especie de tapón para ello.
Como podemos comprobar, todos
o la mayoría de los métodos espeluznantes, estaban pensados para causar el
máximo de sufrimiento y que durase la persona padeciendo lo más posible aún en
ese estado, estando viva y a ser posible consciente.
Hasta finales del siglo XVIII, en los paisajes
urbanos de Europa no era extraño encontrar abundantes jaulas de hierro y madera
adosados al exterior de los edificios municipales, palacios ducales o de
justicia, catedrales, murallas de las ciudades o en altos postes cerca de los
cruces de caminos. Consistía en que
Y ya con este que es Descuartizado por Caballos, acabo con los
distintos métodos o formas empleados de los muchos que había, por no extenderme más y cansar a quien lo esté leyendo.
Una versión del potro un
tanto macabra, se ataba una cuerda a cada extremidad del prisionero y a su vez
el otro extremo de la cuerda a un caballo, de este modo un caballo estiraría un
brazo o una pierna, en un momento determinado se fustigaba a los cuatro
caballos que tiraban con fuerza de la cuerda arrancando literalmente la
extremidad del torturado.
Esta era una ejecución
pública que se solía emplear para asesinatos o intentos de asesinato a la
realeza u otros nobles. Era una de las ejecuciones preferidas del populacho.
Ya dejando atrás los castigos
o métodos empleados por los inquisidores,
y habiendo ya expuestos algunos ejemplos de ellos, nos encontramos con
el Callejón de la Inquisición que también formaba parte como veremos del
Castillo de San Jorge y que se encuentra cerca del Puente de Triana y es un pasaje estrecho que comunica la calle
Castilla con el Paseo de la O. Por este
callejón era por donde entraban los condenados que eran cruzados en barca desde
Sevilla camino del Castillo de San Jorge.
Cuentan que hoy todavía, en
el llamado callejón de la Inquisición, se pueden escuchar, al amparo de las
oscuridad y el silencio de la noche, el arrastrar de cadenas y los lamentos de
los allí torturados.
Es una reminiscencia que nos lleva por la ruta
de la historia de la Sevilla milenaria. Es un pasaje estrecho, angosto y corto
que se abre camino en la calle Castilla, comunicando a esta con el río
Guadalquivir.
Se llama así porque formaba
parte del Castillo de San Jorge.
Dentro del había inundaciones
de las crecidas del río y se dice que lo utilizaban para a algunos herejes
darles condenas amarrándolos en unas argollas que había a cada lado de ambas
paredes, de forma que cuando subía el río e inundaba el callejón estos, morían
ahogados; siendo así una forma más de dar suplicio a las víctimas.
Es un pasaje estrecho con
unos 35 metros de longitud y un trazado rectilíneo, que comunica el paseo de
Nuestra Señora de la O junto al río Guadalquivir con la calle Castilla en su
confluencia con la calle Callao.
Debe su denominación al
encontrarse junto al castillo de San Jorge, que fuera en otro tiempo la sede
del Santo Oficio, cárcel de herejes y tribunal de la Inquisición. Los reos que
eran conducidos por este recorrido iban o bien a la cárcel para ser juzgados o
bien a la hoguera de ser condenados. Durante siglo y medio fue el único resto
del castillo, hasta que en 1992 con motivo de la demolición y posterior
rehabilitación del mercado de Triana aflorasen los muros de la antigua
fortificación.
En su salida a Castilla se
abre con un muro, a modo de arco o puerta que dispone de cancela (la cual se
cierra a la noche) y que se remata con tres pináculos cerámicos. El suelo del
callejón es de canchos y va descendiéndose en la altura que lleva al río por
pequeños tramos de escalera. Termina en un arco que da al paseo, construido al
igual que el final de la calle en ladrillo visto.
Y ya pasamos al Castillo de
San Jorge hoy en día convertido en museo para la “tolerancia” y como marco para
la “reflexión” y recordatorio de las injusticias cometidas por la llamada
“Santa inquisición”.
Era una sólida fortaleza formada por una
muralla, un foso y una barbacana. A principios del siglo XIX
Se llevó a cabo la demolición
del castillo.
El castillo, con 1.400 metros
cuadrados de exposición divididas en dos plantas, cuenta con seis partes
diferenciadas donde se pueden encontrar, entre otras, una sala sensorial, una
pasarela interpretativa, Yuna galería de personajes.
El castillo de San Jorge era una cárcel malsana, húmeda y
calurosa dirigida por un alcalde. Un edificio laberíntico con pasillos secretos
de mazmorras. Como testigo mudo de aquéllas injustas sentencias, los muros del
castillo conservan un fresco pintado por Lucas Valdés en el que se representa
un auto de fe y un hereje conducido a la hoguera.
Se encuentran sus restos
debajo del mercado de Triana, desde el cual se pueden ver los restos de sus
murallas y una maqueta que expone como era en aquellos tiempos. Y al lado justo
del mercado de abastos el museo del Castillo de San Jorge. Es de acceso
gratuito y con visitas guiadas. Se puede visitar el mercado y bajar a ver las
cárceles de la Inquisición. Dentro hay la sala sensorial, como su nombre
indica, persigue hacernos sentir, así el visitante se sentirá juzgado y notará
el abuso de poder o el tratamiento que se daba a las víctimas. Dentro del hay
distintas salas para intentar provocar empatía con lo que fue en sí y las humillaciones
y demás que les hicieron. La exposición intenta adentrarnos echando atrás el
reloj del tiempo en un tiempo pasado,
lográndolo por unos minutos al ver los vídeos, los restos arqueológicos, la
recreación sensorial, etc. que podemos encontrar dentro del. Impresiona
adentrarse en los pasillos subterráneos donde estaban las cárceles después de
10 siglos de historia y pasar por donde estuvieron dichas víctimas, sabiéndose
donde se oirían voces de lamentos pidiendo socorro y sin llegar nunca a ser atendidos
ni escuchados. En resumen se vive en la propia piel de uno el ser juzgado,
humillado y condenado.
Maqueta de lo que era todo el
Castillo de San Jorge o también llamado Castillo de la Santa Inquisición.
El cual permite visitar los
restos arqueológicos al mismo tiempo que una exposición permanente, donde se
narra lo que era en sí el Castillo, con
material gráfico y audiovisual, el cual
pretende recrear lo acontecido en aquellos tiempos, convirtiéndolo en una
visita curiosa y poco conocida, pudiéndose ver en un recorrido lo que eran las
habitaciones, pasillos, murallas.
Y la suerte vivida de algunos
personajes como Marcela, cuya historia de esta doncella nos cuenta que era
una joven viuda acaudalada, hija de un
médico de la corte y tenía habilidades con hierbas medicinales cuyos
conocimientos le venían heredados de su padre. También le gustaba estudiar las
formas que dibujan las estrellas en el firmamento y que un día fue encerrada en
una mazmorra de la Inquisición denunciada por un hombre despechado y enamorado
al cual ella no sucumbía a sus encantos o detalles que les hacía. En su viudez
se refugió en sus versos y dibujos en los que plasmaba sus conocimientos.
Marcela estaba de buen ver, a lo que sumada su buena situación económica, hacía
despertar el interés de muchos varones que la cortejaron y a los que rechazó
uno tras otro.
Pero fue objeto de una falsa
acusación que le hizo dar con sus huesos en las mazmorras de este castillo, sin
darle explicación alguna.
Marcela, desconocía la causa
de sus acusaciones, que no les fueron reveladas en dos interrogatorios a los
que fue sometida. Marcela no comprendía las acusaciones.
Terminan por acusarla de preparar brebajes, de invocar al diablo con
sus dibujos y poesías, de provocar una epidemia, invocar a los astros, de
gentil y adúltera. Tras varios años de cautiverio, es condenada a la hoguera,
con lo cual la bella Marcela murió en
auto de fe, víctima de un fatídico cruce de perjuros y conjuros.
Finalmente el narrador, que
era uno de sus pretendientes, dice que Marcela era bella hasta en la hoguera, y
que nunca se perdonaría haberla acusado falsamente. Ella nos cuenta su
dramática historia, la cual nos transmite el desamparo que podía sentir
cualquier víctima de la maldad humana a través de la descripción de las
diferentes fases dentro de un proceso inquisitorial. Juzgada, torturada,
condenada y quemada en la hoguera, su triste destino queda plasmado en imágenes
y sonidos llenos de emoción y tensión en los que Marcela avanza hacia su fatídico
final.
Dejo ya por finalizada esta
novela corta en la cual quise exponer bien o mal la historia del Castillo de
San Jorge ubicado en Triana y lo que significo para Sevilla y España en
aquellos tiempos hasta ahora en pleno siglo XXI.
Vistas desde el exterior y
desde el puente de Triana. Es la fachada
principal del Castillo hoy convertido en Museo. Dicho queda decir que ni las
cárceles más llamativas ni la sala de torturas, ni tan siquiera ninguno de los
instrumentos que en el mismo se pudieran usar se ven en el museo.
Las paredes son las mismas que amortiguaban
los gritos de los torturados.
Varios atriles informan de la
vida cotidiana en la casa del portero, las cuadras, las casas del nuncio y el
notario. Se reproducen con hologramas y
como la representación de un proceso inquisitorial. El muro de las
antiguas prisiones, y más paneles que explican las calles interiores del
Castillo, que se conservan en perfecto estado, o las dependencias de la casa
del inquisidor, única estancia conservada íntegramente, así como las cocinas,
las cuadras y el patio central. El
Castillo no sólo era una cárcel, si no que gozaba de una infraestructura tal
como para albergar a las familias de toda la infraestructura legal de la Inquisición. Al menos contaba con unos cuantos
inquisidores, un fiscal, un juez de bienes confiscados, varios secretarios, un
alguacil, un abogado del fisco, algún que otro escribano y/o contable, un
nuncio, un portero, varios capellanes, varios teólogos, varios consultores, un
médico, por supuesto no para los presos, servidores y esclavos. Toda una mini
ciudad, sin contar que creo que me dejo algunas figuras atrás.
Si visitamos el museo, lo que
nos pretende transmitir es las injusticias de dicha época y hacernos ver que no
tuvieron lo que son el juicio de valor, el abuso de poder y la indefensión de
las víctimas.
Podemos oír el ruido de cadenas y golpes en la
pared. Detrás de este muro se encontraban las cárceles "bajas" de la
muralla oeste, junto a la actual calle San Jorge. Eran pequeñas y oscuras,
aunque disponían de un pequeño jardincillo y eran llamadas
"secretas", destruyéndose con la construcción del mercado en el año
1.820, habiéndose también doce cárceles "altas" en las torres que
eran ocho, (cosa que yo hasta ahora desconocía y creo que más de un lector
también) y estando las bajas adosadas a las murallas y en las altas donde se
encontraba la llamada "cámara del tormento", en la torre de San
Jerónimo, que daba a la actual Plaza del Callao. La Galería de personajes está ubicada en el
lugar donde antes estuvieron las cárceles, allí un gran panel rinde homenaje a
catorce de los personajes más representativos de la Inquisición.
Es un lugar resumiendo, donde
todos los visitantes se pueden convertir en protagonistas y para que piensen en
lo allí ocurrido de los hechos acontecidos.
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